1 de diciembre de 2012

Entradas payasas

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Entradas payasas (Entrées clownesques), editado por una editorial parisina en 1962 y escrito por el reconocido historiador de circo Tristan Rēmy (presente en I clowns, de Fellini). El libro recopila 48 rutinas clásicas de payasos de la segunda mitad del siglo XIX y primera mitad del siglo XX.


Les dejo la primera de las rutinas del libro. La versión original es en francés, la traducción es mía, así que es posible que cuente con varios errores. Bon appétit!


Los fósforos, o la vela en la manga
1900

Clown, Augusto, M. Loyal
Clown, el mayordomo. ─ Señor, sabe usted que me he convertido en un tirador. Un tirador con gran puntería. Yo soy el tirador más experimentado del mundo entero. Además, voy a pedir un aumento al director del circo, y si se niega, renuncio!
M. Loyal. ─ Para su aumento, primero debería ver su puntería. Y yo estoy aquí para aprender. Deme una demostración de su nuevo talento. Si realmente es como tu dices yo hablo con el director e intentaré que usted obtenga lo que pide.
Clown. ─ Muy bien. Pero tienes que ayudarme. ¿Es usted valiente?
M. Loyal. ─ Sí, bastante.
Clown. ─ Bueno, aquí está. Usted tendrá un fósforo encendido en la mano derecha. Yo a veinticinco metros disparé una bala, apagaré el fósforo. Lo haré al primer intento. Nunca fallo.
M. Loyal, molesto. ─ ¿Qué hay de mí? No arriesgo nada?
Clown, tranquilizador. ─ No, señor. Mi vista es infalible. Soy capaz de embocar una bala en la fosa nasal izquierda de una mosca cincuenta metros de aquí.
M. Loyal. ─ Entonces, acepto.
El payaso enciende un fósforo, se lo da a M. Loyal y se aleja lentamente. Llega al otro lado de la pista y se da media vuelta.
Clown ─ Miro para la derecha (pausa), miro para la izquierda (pausa), miro para abajo.
M. Loyal, arrojando el fósforo que le quema los dedos. ─ ¡Ay!
Clown. ─ ¿Qué pasó?
M. Loyal. ─ Me has engañado con tu historia!
Clown, satisfecho. ─ Me atrapaste. Era una broma!
M. Loyal, soplando en sus dedos. ─ ¡Sí! Un poco cruel! Pero la repetiré. Dime, tu amigo Augusto, el conoce la broma?
Clown. ─ No, espera, lo voy a traer para usted! Toma, aquí los fósforos y el revolver. ¡Augusto! El Jefe de pista te llama!
El Clown se retira.
Augusto, entrando. ─ Aquí estoy... (Viendo Mr Loyal se retracta) ¡Aquí no estoy!
M. Loyal. ─ Pero sí estás ahí, porque me contestaste! Ven aquí. Te voy a mostrar mi excelente puntería: tienes este fósforo encendido en la mano derecha. Yo, a veinticinco metros, disparé el revólver y apagaré el fósforo.
Augusto, con miedo. ─ ¿Qué? Con un soplido vas a apagar el fósforo a veinticinco metros?
M. Loyal. ─ ¡No! Con un soplido de revolver, enciendo el fósforo y tu lo sostienes.
Augusto. ─ No, no! No, quiero ser apagado!
M. Loyal. ─ Te digo que no hay peligro!
Augusto. Entienda que soy huérfano, estoy solo, tengo siete hijos, una mujer y un perro loco que me sigue a todos lados.
M. Loyal. Pero yo en hago cargo de todo y si te matan te voy a dar una pensión
Augusto. ─ Bueno! Vamos entonces, que va!
El Jefe de pista le entrega el fósforo encencido al Augusto y camina al otro lado de la pista lo más lentamente posible.
M. Loyal, volviéndose hacia Augusto. ─ Miro a la derecha... miro a la izquierda, miro hacia abajo...
Augusto, quemando los dedos. ─ ¡Ay! Oh! No, no no! (Al público:) Me hizo quemar los dedos. (Llora). Le diré a mamá.
M. Loyal. ─ Gran tonto, entendiste que esto es una broma? Ahora que ya la conoces, puedes engañar a otro.
Augusto, sorprendido. ─ Oh! ¡Espera! El clown sabe? (Se ríe:) Voy a engañarlo Préstame el rigolver y los cósforos. Espera amigo, lo que voy a reír! (El clown entra.) Oye, me volví muy hábil.
Clown. ─ Me asombras.
Augusto. ─ ¿Usted me cree? Bueno, ya lo verás. Voy a soplar el fósforo.
M. Loyal, susurrando. ─ No, usted apaga el fósforo con un tiro de pistola.
Augusto. ─ Oh! Tengo la pistola, soplo el fósforo y ¡Boom! ¡Estás muerto!
M. Loyal. ─ No es eso. Explícate mejor. Le haces tener el fósforo y es usted quien lo apaga con un disparo de pistola.
Augusto. ─ Ya entendí. Te pones ahí. (Él enciende el fósforo y lo sostiene.) Cuento los pasos... estoy allí. (Mientras habla, el fósforo le quema los dedos.) ¡Ay! (Al clown:) No lo entiendes? Vamos de nuevo... (Se enciende otro fósforo, mismo juego, se quema nuevamente.) ¡Ay!
M. Loyal. ─ Pero es a él a quien debes dar el fósforo.
Augusto. ─ ¡Oh! Es cierto. (Le da un fósforo encendido al clown y cuenta sus pasos.) Miro a la derecha... miro a la izquierda... miro al aire... miro aquí... miro allí... (El clown impasible no se mueve) miro hacia atrás... miro hacia delante... (al clown:) ¿no lo entiendes? (Se acerca al clown.) Vamos de nuevo (Cuenta pasos.) Me había equivocado (se vuelve, el fósforo sigue encendido. Baja su arma. El clown no se mueve todavía:) ¿Por qué no te quemas?
Clown. ─ Porque soy menos estúpido que tú. (Saca una vela larga de la manga.) ¡Tengo un gran fósforo!


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